Desde Flatus Vocis Trio
by Bartolomé Ferrando
El habla y la escritura pertenecen a dos órdenes distintos. La escritura se separa del sujeto, es un desvío, una oblicuidad. Mediante el habla, abrimos al emisor al espacio blanco del silencio, de la espera. El habla es un desarreglo; es una fuga que se separa y remolca, al mismo tiempo, al sujeto enunciado. La escritura no realiza el mismo recorrido que lo que se dice: la escritura se inscribe en un espacio en el que toma cuerpo, en el que se hace cuerpo. Construye su propia arquitectura, su propio edificio de grafos. El habla añade a lo escrito la impronta de otro cuerpo, la carne del que habla, el ritmo de su respiración, la intensidad del deseo y del goce, simultáneamente inscritos en la articulación verbal. Cuando hablamos, nuestra voz emite unos sonidos envueltos de un silencio que también habla, escondiéndose. La voz es habla en el exceso, va más allá de la palabra. La voz no piensa. La voz sopla y estornuda, invitándonos a escuchar su respiración, su deseo y su cuerpo, que también es el cuerpo del emisor, del poeta sonoro.
En FLATUS VOCIS el habla se abre simultáneamente de tres maneras: en ella, tres ritmos, tres timbres, tres intensidades, tres curvas de entonación se interfieren. Y el cruce provoca la aparición de nuevos sentidos, allí donde lo único hubiera determinado en exceso.
El sonido ablanda la sintaxis que lo endurecía
Tachaduras sonoras. Puntos de luz.
La voz brilla más allá del habla
La voz canta, llora, se exalta, grita, enmudece.
El habla que se originó como mímesis del sonido, vuelve a su origen.
La voz no imita; suena y gesticula desde el cuerpo.
Balbuceos de letra
Carne vocal.
Las palabras se alimentan entre ellas, se muerden, se trituran y escriben huellas que se deshacen en el aire
Música neumática.
Las palabras ya no dicen: se esconden, disimulan su sentido al que ocultan y aprisionan entre pliegues de escorias de habla. Se escabullen, sangran.
Exaltación de acumulaciones discontinuas
Incandescencias.
Escritura escupida al espacio
Sílabas
Sílabas
Consonantes
Neologismos
Neologismos
Amalgamas
Bisbiseos.
El aire rumorea un guirigay de voces.
Vuelta al sentido.
La voz asciende por el lenguaje. Trepa por el lenguaje.
El referente se exhibe tan sólo un instante previo a su abandono.
Brilla de nuevo la música de lo que no se dice.
La boca se inflama, eructa y chilla articulaciones desiguales, grumos fonéticos, flatulencias.
Desnudez rosa de un lenguaje construido con palabras maquilladas, desfiguradas, deformes.
Baile de máscaras
El aire se encarna de vocablos insólitos.
Cuerpos de letra danzan frenéticamente, saltan con ritmo preciso, rebotan. Crujidos de letras que revientan y multiplican el sentido hasta anularlo. Aceleraciones, aceleraciones, cortes.
La respiración no se corresponde con el habla. Un haz de palabras brota en el momento más inesperado, y se vuelca repentinamente en el vacío.
Algunas sílabas ríen.
La curva de entonación, a veces monótona, cae en picado.
Alguna expulsa el aire que contiene
Arruga semántica.
La palabra, de pronto, recobra el sentido que había perdido.
El instante se alisa, se desdobla.
La voz, que brota de nuevo; escribe música.
Ecos, resonancias
FLATUS VOCIS percute palabras. Eructa voces. Clamorea sonidos.
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